PROSPER MÉNIÈRE (1799-1862) |
Gracias a las contribuciones de Alfonso Corti (1828-1888), la anatomía del oído estaba casi completada a comienzos del siglo XIX. En cuanto a la fisiología, Flourens (1794-1867) sugirió que el nervio acústico constaba de dos partes, la porción coclear, que estaba relacionada con la audición, y la parte vestibular, que lo estaba con el equilibrio. Otras aportaciones fueron realizadas por el almán Hermann von Helmholtz, lo que permitió un avance en el conocimiento de las funciones de oído. En lo que se refiere a la sordera, William Wilde dijo que había dos tipos: la producida por el cerumen, que era curable, y otra, que era incurable y cuya causa se desconocía. El panorma cambió gracias a la obra del propio Wilde, a la de Yearsley y Toynbee, en Inglaterra, a la de Kramer en Alemania, y a la de Ménière, en Francia. Tras esto surgieron figuras destacadas de la otología como Miot, Boucheron, Moure y Portier, en Francia, Kessel en Alemania, Blake y Dench en América, Faraci en Italia, entre otros. Ménière nació en Angers, Francia, el 18 de junio de 1799, el mismo año que Napoleón Bonaparte llegó al poder. Su padre era comerciante. Comenzó sus estudios en el Liceo y después estudió a los clásicos en la Universidad de Angers y cursó el preparatorio de medicina. Continuó después en París, en el Hôtel-Dieu. Fue externo en 1822 e interno al año siguiente. Acabó en 1826 y se doctoró en 1828 con brillantez. Ganó una plaza de asistente clínico de Dupuytren. Durante este periodo adquirió una extraordinaria pericia y atendió a centenares de heridos en las revueltas de 1830, lo que registró en su obra L’ Hotel Dieu De Paris En Juillet et Aout 1830. Histoire De Ce Qui S’est Passe Dans Cet Hopital Pendant et Apres Les Trois Grandes Journees, Suivie De Details Sur Le Nombre, La Gravite Des Blessures et Les Circonstances Qui Les Ont Rendues Fatales. Ganó una plaza de jefe clínico en la Facultad (1832) y llegó a estar con Auguste-François Chomel. En 1835 fue enviado a Aude y Haute-Garonne para organizar la protección y el cuidado de la población frente a la epidemia de cólera, por lo que fue condecorado con el título de Chevalier de la Légion d’Honneur. En 1838 fue profesor de medicina e higiene, pero, por recomendación de José B. Orfila, optó por seguir otro camino. Efectivamente, había fallecido Jean Mac Gaspard Itard, padre de la otología y de la educación de los sordos, que entonces dirigía el Instituto Imperial de sordo-mudos de París. Aunque no había recibido formación en esta especialidad o en este campo, fue contratado para cubrir el puesto que dejó Itard. Ese mismo año se casó con una Becquerel, hija de un profesor del Jardín Botánico y emparentada con Jean Becquerel, el conocido descubridor de la radioactividad. El resto de su vida lo dedicó Ménière a este campo, durante el cual desarrolló sus trabajos sobre el vértigo. Su hijo Emile siguió los mismos pasos que su padre. En enero de 1861 presentó su trabajo Mémoire sur des lésions de l’oreille interne donnant lieu à des symptômes de congestion cérébrale apoplectiforme a la Academia Imperial de Medicina de París. No era miembro de la Academia; siempre le faltaron votos para poder ingresar. Ese día, lluvioso y tormentoso, acudió poca gente que, además, mostró poco interés ante una enfermedad -la sordera- que entonces se tenía como incurable, como hemos señalado anteriormente. Desmintió la hipótesis que se aceptaba en la época de que el vértigo era una forma de apoplejía cerebral o de epilepsia. Afirmó que se trataba de un problema del oído interno, lo que le valió numerosas críticas. Se basó en la observación de pacientes con vértigo asociado a pérdida de audición, acúfenos y a los hallazgos de Flourens que encontró que la ablación del canal semicircular en el cerdo producía una pérdida del equilibrio. También se apoyó en los resultados de la autopsia de una joven que falleció tras un ataque de sordera y que presentaba el sistema nervioso central y la médula espinal nomal, pero en la que halló exudados y alteraciones en los canales semicirculares pero no en la cóclea. Ménière concluyó que 1) el aparato auditivo podía estar afectado, resultando en episodios de acúfenos y pérdida de la audición; 2) las malformaciones del oído interno podían ser responsables de ataques repentinos de vértigo que se acompañaban de náuseas, vómitos y síncope; 3) aunque los ataques eran intermitentes, la pérdida de la audición era progresiva; y 4) la lesión que posteriormente se le puso su nombre se situaba en los canales semicirculares. Ménière señaló también que el vértigo de origen central no se asociaba a pérdida de audición y que los pacientes con vértigo auditivo no perdían la consciencia durante los ataques. Una década antes, Ménière había traducido del alemán un libro de Wilhelm Kramer sobre las enfermedades del oído. Incluyó adiciones y comentarios como era habitual en la época. Ya hablaba del caso de la joven de la que había hecho la autopsia, pero nada hace pensar que en ese momento relacionara los datos que después sí hizo en la Academia. Describió el hallazgo de una sustancia rojiza, no hemorrágica en el oído interno. De todas formas hay disputas sobre las dos series de datos de la misma autopsia, que no se han aclarado. La comunicación de Ménière siguió el trámite y quedó a disposición de quien quisiera hacer alguna consideración. Sin embargo, a la semana siguiente hubo una sesión en la que intervino el conocido clínico Armand Trousseau que habló sobre la congestión cerebral apopletiforme y su relación con la epilepsia. Señaló que se trataba de una situación que se debía a enfermedades distintas, que podían individualizarse y ponía como ejemplo el trabajo de Ménière. Aunque éste no fue considerado en la discusión por no ser académico, escribió unas notas que publicó en la Gazette Médicale el 26 de junio de 1861 en defensa de Trousseau. Este hecho creó una pequeña tormenta en el mundo médico de París. Se habían cuestionado «los principios de Hipócrates y Galeno». Más tarde, ya harto, Trousseau dio por finalizado el debate, pero Ménière siguió coleccionando casos que publicó hasta el día de su muerte (febrero, abril y junio de 1861. El 7 de febrero de 1862 murió en París a consecuencia de una neumonía. En los años setenta se reconoció su labor y fue Charcot quien en 1874 utilizó por vez primera el epónimo «enfermedad de Ménière». McBride y James hablaron de esta enfermedad como vértigo paroxístico o constante con sordera coincidente. Beasly y Jones recomendaron reservar el nombre para una sordera repentina y vértigo producido por desórdenes en el laberinto. La causa exacta no se descubrió hasta 1938 gracias a las contribuciones de Hallpike y Cairns, en Londres y de Yamakawa, en Osaka. Los primeros encontraron una distensión de la membrana de Reisner en un paciente operado por Dandy. Esto puso de manifiesto un desorden de la hidrodinámica laberíntica que abrió el caminio a una serie de investigaciones que confirmaron que es la alteración de las presiones endolinfáticas la causa del vértigo. Lindsay denominó a este proceso «hidrops del laberinto», «hidropesía endolinfática» o «edema endolinfático». Alrededor de 100.000 personas desarrollan esta enfermedad cada año que afecta sobre todo a adultos entre los 30 y 50 años. La causa, de alguna manera, ya se ha descrito. Se debe a una distensión del laberinto membranoso por un aumento del contenido en endolinfa. El aumento de presión generado altera la relación entre las estructuras del oído interno, lo que da lugar a una afectación de la función auditiva y del equilibrio. El laberinto membranoso se rompe y la endolinfa se mezcla con la perilinfa; su mezcla podría explicar los síntomas. Pero ¿cuál sería la razón del aumento de la endolinfa? Puede haber varias: inflamación vírica, exceso de ruido, mala circulación sanguínea de la zona, consumo de drogas, exceso de esfuerzo visual o mental, entre otras, a las que se pueden asociar, como la sífilis,las malformaciones congénitas del oído interno o los traumatismos. Hoy se han puesto en marcha también estudios de carácter inmunológico. En sus ratos libres Ménière cultivó la crítica política, la botánica, y la afición por la ópera y el teatro. Entre sus amigos podemos mencionar a los célebres Balzac, Liszt, Hugo y el crítico teatral Janin. Se dice que éste tenía gota y que Ménière le sustituía en los estrenos y después le contaba con detalle las obras para que pudiera escribir sus críticas. En su época Ménière fue más conocido por sus relaciones y por su vida social que por su profesión. Parece también que la obra de Balzac Le peau de chagrin contiene datos de un interno del Hôtel-Dieu que se basó en la persona de Ménière. José L. Fresquet. Instituto de Historia de la Ciencia y Documentación (Universidad de Valencia – CSIC), Agosto de 2006. Obras de Ménière: Études médicales sur les poètes latins. Paris, Imp. Cosnier et Lachèse. París, 1858. L’ Hotel Dieu De Paris En Juillet et Aout 1830. Histoire De Ce Qui S’est Passe Dans Cet Hopital Pendant et Apres Les Trois Grandes Journees, Suivie De Details Sur Le Nombre, La Gravite Des Blessures et Les Circonstances Qui Les Ont Rendues Fatales. Paris, Heidelhoff, 1830. Mémoire sur des lésions de l’oreille interne donnant lieu à des symptômes de congestion cérébrale apoplectiforme. Gaz Med Paris. 1861;16:597-601. Académie de Médecine: congestions cérébrales apoplectiforme: M. Trousseau, discussion: MM. Bouillaud, Piorry, Tardieu, Durand-Fardel. Gaz Med Paris. 1861;16:55-57. Maladies de l’oreille interne offrant les symptômes de la congestion cérébrale apoplectiforme. Gaz Med Paris. 1861;16:88-89. Nouveaux documents relatifs aux lésions de l’oreille interne caractérisées par des symptômes de congestion cérébrale apoplectiforme. Gaz Med Paris. 1861;16:239-240. La Captivité de Madame la duchesse de Berry à Blaye. 1833. Journal du docteur P. Ménière. 2 vols., Paris, Calmann Lévy, 1882.
Bibliografía -Birch, C.A. Meniere’s disease. Prosper Meniere (1799-1862).Practitioner. 1974 Sep;213(1275):391-2. No abstract available. -Breasley, N.J.; Jones, N.S. Ménière’s disease: evolution of a definition. J Laryngol Otol 1996; 110: 1107-13. -Flourens P. Recherches expérimentales sur les propriétés et les functions du système nerveux dans les animaux vertébrés. Paris, France: Crevot; 1824. -Itard J-M-G. Traité des maladies de l’oreille et de l’audition. Vols 1 and 2. Paris, France: Méquignon-Marvis; 1821. -Jay, V. Prosper Meniere. Arch Pathol Lab Med. 2000 Feb;124 (2): 192-3. -McBride, P.; James, A. Epilepsy, vertigo and ear disease. Edinburgh Med J, 1880, 25: 702-08. -Morrison, A.W. Prosper Meniere (1799-1862). A synopsis of his life and times.Ear Nose Throat J. 1997 Sep;76(9):626-31. -Robert W. Baloh. Prosper Ménière and His Disease. Arch Neurol. 2001;58:1151-1156. -Thorp, M.A.; James, A.L. Prosper Ménière. The Lancet, 2006, 366(9503): 2137-2139. -Trousseau A. De la congestion cérébrale apoplectiforme, dans ses rapports avec épilepsie. Gaz Med Paris. 1861;16:51.
Tomado de: http://www.historiadelamedicina.org/meniere.html
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