HIPERACUSIA |
La Hiperacusia o Algiacusia ha atraído recientemente mucha atención profesional. Anteriormente, este tema no habías sido bien investigado ni documentado. En muchos casos, debido a la falta de entendimiento en la relación con el diagnóstico, la fisiopatología y las opciones de tratamiento, las quejas de los pacientes eran ignoradas. Los términos tales como “audición hipersensible”, “hiperacusia”, “dysacusis”, “fonofobia”, “reclutamiento” e “hiperestesia auditiva”, se utilizan indistintamente (y erróneamente) para describir la disminución de tolerancia al sonido y el malestar o el dolor en los oídos asociado con la exposición al sonido.
Hiperacusia síntomas: La hiperacusia ha sido reportada como un hallazgo aislado o como un componente de los múltiples síntomas de un diagnóstico. Los estudios epidemiológicos y las tasas de prevalencia no están bien descritos, los mecanismos son especulativos y las causas, por desgracia, no están muy bien documentadas. Típicamente, el asesoramiento ofrecido a los que solicitaban una ayuda para su problema era «utilizar tapones para los oídos» o «aprender a vivir con ello. “Me duelen los oídos cuando estoy expuesto al ruido”. “Mis oídos son muy sensibles a los sonidos”. “Tengo miedo a oír”. “Cuando estoy en un entorno ruidoso, experimento una sensación molesta en mis oídos”. Éstas y algunas declaraciones similares, no son inusuales en las clínicas de audiología o de otorrinolaringología. La disminución de la tolerancia al ruido puede tener un impacto muy fuerte en la vida de los pacientes. Puede provocar que estas personas eviten exponerse a ambientes ruidosos y al trabajo y la interactuación social. Es importante destacar que, la hiperacusia puede evitar que los pacientes disfruten de una variedad de actividades que la vida les ofrece. En casos extremos, la disminución de la tolerancia al ruido puede controlar totalmente la vida del paciente. En estos casos, los pacientes no salen de sus casas. Sus vidas y las vidas de sus familias, están totalmente controladas por la prevención del ruido. La hiperacusia o algiacusia puede ser definida como una reacción al ruido anormalmente fuerte que tiene lugar en el interior de las vías auditivas. Esta reacción también se manifiesta en los pacientes, ya que experimentan incomodidad física cuando se exponen al ruidos (flojo, medio o alto). El mismo sonido, no evoca una reacción similar en un oyente normal. La fuerza de la reacción es controlada por las características físicas del sonido, por ejemplo, su espectro y su intensidad. La misofonía y la fonofobia pueden definirse como reacciones anormalmente fuertes de los sistemas autónomos y límbicos, resultantes de la mejora de las conexiones entre el sistema auditivo y el sistema límbico. Es importante destacar que la misofonía y fonofobia no implican una activación significativa del sistema auditivo. A nivel conductual, los pacientes tienen una actitud negativa al sonido (misofonía) o tienen miedo al ruido (fonofobia). En los casos de misofonia y fonofobia, la fuerza de la reacción del paciente no sólo está parcialmente determinada por las características físicas del ruido, sino que también depende de la evaluación previa del paciente y del recuerdo que éste tenga del sonido (por ejemplo, el sonido como una amenaza potencial y/o la creencia de que el sonido puede ser perjudicial para su persona), del perfil psicológico del paciente y del contexto en el cuál se presenta el sonido. Es importante destacar que ni la hiperacusia, ni la misofonía, ni la fonofobia tienen alguna relación con los umbrales de audición. Los pacientes con hiperacusia, misofonía o fonofobia pueden tener tanto una audición normal, como problemas de audición. En la mayoría de los casos, la etiología de la hiperacusia es desconocida. La hiperacusia ha sido relacionada con la exposición al sonido (especialmente en un periodo corto y un ruido impulsivo), con lesiones en la cabeza, el estrés y algunos medicamentos. La falta de buenos datos epidemiológicos y de un modelo animal nos impide probar la validez de una teoría del posible mecanismo responsable de la hiperacusia. A nivel periférico, es posible especular que el aumento anormal de las señales vibratorias dentro de la cóclea por las células ciliadas externas (OHC) podría resultar en una sobreestimulación de las células ciliadas internas (IHC) y posteriormente, provocar hiperacusia. De hecho, en algunos casos es posible observar una gran amplitud de emisiones otoacústicas por distorsión de producto (DPOAE) y estas DPOAE evocadas por una estimulación de bajo nivel acústico. Curiosamente, la presencia de hiperacusia asimétrica podría apoyar una etiología basada en un dispositivo periférico y por lo tanto, en los mecanismos centrales, probablemente, tendría un impacto en ambos lados. Las investigaciones de laboratorio han demostrado que los daños en la cóclea o la disminución de la entrada auditiva, da como resultado una disminución del umbral de respuesta, significativamente proporcional al número de neuronas del núcleo coclear ventral y del colículo inferior. Los estudios con los potenciales auditivos evocados indican un aumento anormal en las vías auditivas después de tales manipulaciones. Algunas condiciones médicas pueden estar vinculadas a la central de procesamiento de señales y a la modificación del nivel de los neuromoduladores, como un factor inductor o como mejora de la hiperacusia. Por otra parte, la serotonina es parte implicada de la hiperacusia. En un caso reciente se indicó que la recaptación de serotonina podría ser útil para la hiperacusia. Los mecanismos de la misofonía podrían implicar la mejora de los vínculos funcionales entre el sistema auditivo y límbico, tanto a nivel cognitivo como a nivel subconsciente. Alternativamente, el alto nivel tónico de la activación de los sistemas nerviosos autónomos y límbicos pueden dar lugar a fuertes reacciones de comportamiento frente a los sonidos moderados. La disminución de la tolerancia del ruido se puede diagnosticar médicamente de forma independiente o puede estar asociada con problemas más complejos. Las condiciones médicas previamente vinculadas a la disminución de la tolerancia del ruido son: el tinnitus, la parálisis de Bell, la enfermedad de Lyme, el síndrome de Williams, el síndrome de Ramsay Hunt, la estapedectomía, la fístula perilinfática, una lesión en la cabeza, la migraña, la depresión, la retirda de las benzodiacepinas, el aumento de la presión del líquido cefalorraquídeo (LCR) y la enfermedad de Addison. De forma más frecuente, los resultados de tolerancia de ruido disminuyen significativamente cuando hay una combinación de hiperacusia y misofonía/fonofobia. Es importante evaluar la presencia y la magnitud de todos estos fenómenos en cada paciente, ya que estos fenómenos deben ser tratados mediante métodos distintos.
Hiperacusia Tratamiento: El principio del tratamiento debe ser la reintroducción del sonido en su ambiente, de forma gradual y progresiva. De esta forma, podemos obtener progresivamente una mayor capacidad para tolerar los ruidos del exterior hasta conseguir los niveles habituales en la población que nos rodea. Evitar el uso de tapones protectores, ya que su empleo continuado puede provocar un incremento de los niveles de intolerancia al sonido. Tan solo se utilizarán en aquellos casos en que el paciente los precise para desarrollar una actividad concreta. Debemos utilizar el material indicado y suministrado por nuestro profesional actuante de acuerdo a los hallazgos de las evaluaciones clínicas y estudios realizados, siendo personalizado para cada paciente. La terapia sonora debe comenzar de forma suave y tolerable: Empezaremos nuestro programa el primer día, con un volumen tolerable pero elevado de sonido, durante dos horas. Mantendremos ese volumen durante toda la semana, aplicando el sonido durante al menos 2 horas al día. Puede seguir haciendo su actividad normal, pero sin interrumpir la audición durante el tiempo prescripto. Cada semana, y a medida que mejore nuestra tolerancia, iremos incrementando el volumen de la fuente de sonido, de una forma gradual y progresiva, pero siempre en los límites de tolerabilidad. Conforme el período de tratamiento transcurre, podremos comprobar cómo nuestros niveles de tolerancia al sonido se van incrementando y la molestia se reduce. Es fundamental que el tratamiento sea diario, continuo, sin interrupciones, con incremento progresivo del volumen y utilizando sonidos cómodos. De esta forma, las posibilidades de éxito son mucho mayores. Exposición gradual a los sonidos externos de una forma controlada pero progresiva. Otro elemento que suele contribuir a complicar las cosas, es el temor a que el sonido utilizado (ruido rosa, blanco, etc.), termine afectando nuestros oídos y empeorando nuestra situación. Sin embargo, que esto suceda es realmente improbable si se procede con cautela y se determinan y utilizan siempre niveles confortables de volumen. Durante el primer par de semanas se debe escuchar el CD por 5, 10, 15 o 20 minutos al día. Para determinar el volumen inicial a veces uno se siente tentado a probar con un nivel al azar (muchas veces alto), y luego según lo que vamos sintiendo, rápidamente comenzamos a bajar o subir de nivel. Esto no es lo más aconsejable, ya que podríamos estar exponiendo innecesariamente nuestros oídos a un ruido más fuerte de lo que pueden tolerar. Mejor es comenzar desde un nivel apenas audible y permanecer escuchándolo durante solo unos pocos segundos (10 o 15 segundos por ejemplo) a la espera de alguna reacción, y si en caso los oídos no mostraran ninguna molestia, inmediatamente proceder a subir el volumen al nivel siguiente. En este nuevo nivel, otra vez permanecerá escuchándolo unos segundos, y si no hubiera molestias entonces continuará subiendo. Una vez que se llegue a un volumen que evidencie alguna molestia y/o dolor en los oídos, detener la audición y tomar el nivel anterior como referencia de nuestro “volumen máximo tolerable” tentativo. Con este nivel de volumen tentativo, realizar entonces una segunda verificación escuchando el sonido a este nivel y durante todo el período de tiempo que se haya previsto para iniciar la terapia. En el caso que se produjera alguna molestia y/o dolor durante o al final de la audición, entonces dejar descansar los oídos por unos minutos o algunas horas (dependiendo de cuán fuerte haya sido el malestar experimentado, en algunos casos podría ser mejor esperar hasta el día siguiente.), y volver a probar la audición con un nivel de volumen más bajo (el inmediato inferior). Si la sensación de malestar aún continuara apareciendo con este nuevo nivel más bajo, entonces descansar nuevamente y seguir bajando el volumen. Repetir esta acción hasta encontrar el volumen en el que ya no se sienta ninguna molestia ni dolor (durante ni después de la audición). Este nivel encontrado será entonces nuestro “volumen máximo tolerable” que quedará ya así confirmado, y con el cual podremos iniciar nuestra terapia sonora. Es probable que en alguna etapa de la terapia comencemos a sentir pequeñas molestias intermitentes durante la audición, sin embargo esto por lo general suele ser pasajero y no amerita el tener que detenerla. Solo si se produjera un malestar o dolor muy fuerte podríamos considerar el reducir el nivel de volumen o bien el tiempo de audición. Por ningún motivo deberemos comenzar una terapia sonora con el nivel de volumen mínimo audible, en lugar del máximo tolerable. Hacer esto podría originar que nuestra sensibilidad auditiva se acentúe, debido al efecto de la llamada resonancia estocástica (es un fenómeno según el cual, la presencia de un ruido determinado a un nivel de volumen por lo general bajo, puede generar sorprendentemente, que otros sonidos se vuelvan más notorios, lo que significaría en cierta manera, que nuestra sensibilidad hacia esos sonidos se vuelve más aguda).
PLAN DE TRABAJO PARA LA ANSIEDAD EN EL PACIENTE CON HIPERACUSIA
1ª SEMANA
Practicar LA RESPIRACION DIAFRAGMATICA tres veces al día (mañana, mediodía y noche) por un espacio de 5 a 10 minutos en cada sesión.
Este entrenamiento tiene como objetivo el aprender de forma correcta este tipo de respiración, la cual podremos emplear en cada ocasión en que sintamos que se nos dispara nuestra ansiedad y es también la forma en que hemos de respirar cuando practiquemos la RELAJACIÓN PROGRESIVA.
Aquí acompañaremos la sesión con el CD proporcionado, en un volumen suave que acaricie nuestros oídos y en un máximo de 30 minutos, incluyéndose en ese tiempo de los 5 a 10 minutos que insume la respiración diafragmática
2ª, 3ª y 4ª SEMANA
Practicar LA RELAJACION PROGRESIVA dos veces al día (una de ellas antes de acostarse).
En este paso el tiempo que se insume, no debe ser más de 30 minutos.
Recordemos que, a fin de condicionar la relajación progresiva, es conveniente mientras se realiza la práctica, escuchar música con el CD de relajación y sentir un olor, siempre la misma música y el mismo olor.
Con ello conseguiremos asociar el estado de relajación a esta música y a este olor, y después de las tres semanas de prácticas que se sugieren en este texto, ya no hará falta realizar todo el proceso para conseguir relajarnos.
Simplemente escuchado la música, sintiendo el olor y realizando diez respiraciones diafragmáticas, alcanzaremos el ESTADO DE RELAJACION.
Tomado de: • Andersson, G., N. Lindvall, et al. (2002). «Hypersensitivity to sound (hyperacusis): a prevalence study conducted via the Internet and post.» Int J Audiol41(8): 545-54. • La práctica diaria y alternativas de tratamiento de la Hiperacusia en el C.E.O.R.L.- Dr. Roberto Mazzarella. |
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