“SAN BLAS” EL SANTO DE LA GARGANTA |
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Después se ordeno sacerdote: por su vida ejemplar, fue elegido obispo de Sebaste, su ciudad natal -la actual Sivas-, en Armenia. En toda Asia Menor se hablaba de Blas, el varón santo, el obispo que realizaba milagros. Y ante la evidencia de su santidad, muchos paganos se convirtieron. Llego la última y más cruel de las persecuciones promovidas por el Imperio Romano contra el cristianismo. Sabiendo que perderían al obispo, los cristianos le propusieron que se ocultara en el desierto. Allí vivió Blas en una gruta. Hacia el año 315, Agrícola, gobernador de Capadocia y Armenia Menor, por mandato del emperador Licinio llega a Sebaste, con orden de exterminar a los cristianos. Enterado de la existencia de Blas, Agrícola envía soldados para prender al obispo y a todos los cristianos que se hallaran ocultos en aquellos montes Los fieles lloraban; ante esta peregrinación que se dirigía hacia el lugar del martirio, apareció suplicante una madre con su hijo que agonizaba por habérsele atravesado en la garganta una espina de pescado. Blas signó la garganta con la señal de la cruz, oró, y el joven volvió a estar sano y salvo. Después de atroces torturas, san Blas murió decapitado el 3 de febrero, se cree que del año 316, es uno de los catorce santos protectores. En la época de las cruzadas sus reliquias fueron trasladadas a Occidente. Todo lo que de él conocemos es por tradición; las fuentes históricas no van más allá del siglo IX. Es patrono de Dalmacia (Yugoslavia) y de la Republica del Paraguay, de los cardadores, de los sombreros, de los niños y de los locutores. |
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